El primer mártir estudiantil es nariñense

Por : Anibal Arévalo Rosero

El 8 de junio se conmemora el día del estudiante, como recuerdo de unos hechos que han sembrado con sangre la historia reciente de nuestro país. Fue Gonzalo Bravo Pérez, un hijo de estas tierras sureñas quien ofrendaría su vida clamando que se hiciera justicia ante los recientes hechos que se presentaron en Ciénaga, Magdalena, con el doloroso episodio de la masacre de las bananeras.

En una conspiración entre la clase política colombiana y la norteamericana United Fruit Company, que producía banano para los mercados internacionales, habían determinado irrumpir de manera violeta contra más de cuatro mil  trabajadores que se habían declarado en huelga por las insalubres condiciones en que eran obligados a trabajar. Tenían padecimientos por epidemias como el cólera y el dengue, eran explotados laboralmente y tenían que vivir en la miseria hacinados en barracones.

El 5 de diciembre de 1928 se ejecutó la masacre por parte del Ejército Nacional, acción comandada por Carlos Cortez Vargas, en el Gobierno del conservador Miguel Abadía Méndez. Los estudiantes venían pidiendo justicia, por eso fue que al conocerse que a Cortez Vargas lo habían nombrado comandante de la policía de Bogotá, salieron a marchar el 7 de junio de 1929, para pedir una condena ejemplar por el asesinato de centenares de campesinos y sus familias.

Siendo las diez de la noche del 7 de junio cae asesinado Gonzalo Bravo Pérez, estudiante de segundo año de derecho de la Universidad Nacional, cerca del palacio presidencial, a manos de la Guardia Presidencial. Al día siguiente la muchedumbre no se haría esperar, las calles capitalinas se vieron desbordadas de estudiantes de las universidades Nacional, Javeriana, El Rosario, Libre, Externado, de secundaria y toda la ciudadanía bogotana sale indignada con pancartas, banderas, pañuelos blancos y flores. Dicen que fueron 10 mil o más personas que salieron a repudiar el crimen. Rechazaban al gobierno dictatorial y criminal de Abadía Méndez y a su ministro de guerra, Ignacio Rengifo, a quien apodaban mr. Whisky por su adicción al alcohol.

El 9 de junio se llevaron a cabo las exequias. El cortejo fúnebre avanzaba a paso lento desde la iglesia de San Ignacio hasta el Cementerio Central, en un acto conmovedor. Pocas veces se había visto tanto acompañamiento a un acto fúnebre.

Gonzalo Bravo Pérez había nacido en Ipiales, era hijo de don Julio Bravo, dueño de la electrificadora en Pasto, y Leticia Pérez, hermana del exmagistrado Gonzalo Pérez, amigo del presidente Abadía.

A partir del siguiente año, se declaró el 8 de junio el día del estudiante caído y se adoptó la costumbre de visitar el mausoleo de Bravo Pérez y luego, en la tarde, llevar a cabo algunas actividades deportivas. Pero en 1954, 25 años después, siendo presidente Gustavo Rojas Pinilla, los estudiantes organizaron una marcha, desde la ciudad universitaria hasta el Palacio de la Carrera. En la tarde, mientras se desarrollaban unas actividades deportivas, incursionaron agentes de la Policía en el campus universitario, y en estadio Alfonso López de la Universidad Nacional, fue asesinado Uriel Gutiérrez, estudiante de medicina y filosofía.

Al día siguiente, se organiza una gigantesca marcha que avanza hacia el Palacio Presidencial, pero muy cerca fallidamente se intenta contenerla. Ante el desespero, un soldado acciona su fusil contra la multitud. La situación se salió de control que más soldados, recién llegados de la Guerra de Corea, apuntan sus armas oficiales contra los manifestantes. El resultado fue que acallaron para siempre las voces de 11 estudiantes, entre ellos: Álvaro Gutiérrez, Elmo Gómez Lucich (peruano), Hernando Morales, Rafael Chávez Matallana, Jaime Moure Ramírez, Hernando Ospina López, Hugo León Vásquez, y Jaime Pacheco.

En la historia política y social de nuestro país, el movimiento estudiantil ha ocupado un papel preponderante. Los estudiantes han estado en las calles defendiendo los derechos humanos, en la defensa del ambiente, el rechazo de políticas tan nocivas como el uso de glifosato en los cultivos ilícitos o la práctica del fracking en la explotación de petróleo, la exigencia de un mejor sistema de salud y por un mejor presupuesto para educación.

En cada acción está el espectro ideológico de autonomía, respeto por la vida y los derechos laborales que con su liderazgo defendería Gonzalo Bravo Pérez. Tendríamos que sumar a esta lista muchos nombres de estudiantes que en los años siguientes cayeron asesinados, y cómo sistemáticamente se continúa asesinando líderes sociales, ante la mirada cómplice de gobiernos que representan la misma ralea de los criollos de la Independencia.

Página10.com

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