
Por : Esteban Jaramillo Osorio
Que el futbol gira alrededor del dinero, no es un descubrimiento reciente. Así lo fue siempre. Es la difícil convivencia del juego y los sentimientos. Del espectáculo, el placer, el deber y el negocio.
Por dinero, Falcao llegó a Millonarios y algún día a River Plate. Por dinero James se alejó del Junior y llegó al León. También por dinero Luis Díaz marchó a Inglaterra, un talento como Giovanni Moreno se fue a la China cuando estaba en su apogeo, Mao Molina a Corea, el Pibe a Francia y el Tino a Italia.
Por dinero Jhon Jader Durán, aterriza en Arabia.
Por su edad, tiene mucho tiempo para su crecimiento, para retornar a los mejores torneos de la mano de grandes clubes, para instalarse entre las estrellas porque se ve predestinado a ser una ellas.
No hace un sacrificio en su carrera, al contrario, asegura su futuro.
Dicho de alguna manera, por sus goles, por lo dicho y hecho, por su firma, se ganó no uno sino diez o más balotos, al tiempo.
Las cifras sobre el costo de su fichaje y su remuneración, escandalizan al común de los hinchas, pero, a la vez, demuestran que mirar el futbol como redención, es una válida alternativa, cuando hay condiciones.
Lo del salario, algo tan banal y tan poco significativo para muchos, agiganta las controversias. Trae morbo.
Ningún directivo, ni periodista, ni aficionado, es dueño de los deportistas ni los condicionan. A pesar de que asumen el papel de sumos sacerdotes, empeñados en cuestionar, aprobar o rechazar sus decisiones.
A Durán le cuesta la convivencia. Es agreste en las declaraciones, provocador, a veces sin respeto y mareado por los millones que recibe confronta con facilidad. A pesar de que paso por Envigado, donde forman personas y futbolistas, como objetivo primordial.
No es el primer futbolista que toma estos rumbos y a su edad. Muchos han deambulado por lugares exóticos, donde los gobiernos, los magnates, los jeques, jerarcas y clubes, pagan millones por embellecer su imagen a través del futbol.
Injustificada es la polémica por su viaje, al que él considera su paraíso terrenal. El que tanto ha agitado el avispero.
Es solo que con esto se ratifica que sentimientos y dinero no van de la mano en el futbol. Que los futbolistas son negociantes abiertos al primer postor.