
Angustiado tras ver que en repetidas oportunidades a su padre lo regresaban a la casa, desvencijado, transportado en un camión amarrado de la Central de Tumaco, mientras intentaban reanimarlo a través de la ingesta de agua con sal, Víctor Manuel decidió insertarse en un cañaduzal. Fue cuando comprobó la inhumana rutina laboral de su viejo; en un ‘horno’ a la intemperie, boleando peinilla a lado y lado. El trabajo al destajo no le permitía una pausa ni para alimentarse.
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