
Por: Catalina Tello Lamus
En un mundo donde la política se ha convertido en un campo de batalla emocional, donde los discursos polarizados y el odio parecen dictar el curso de los acontecimientos, surge una pregunta ineludible: ¿cómo podemos construir una sociedad más sana emocionalmente sin caer en la indiferencia ni permitir que el rencor nos consuma?