DAYRO y su laberinto

Por: Esteban Jaramillo Osorio – Periodista Deportivo Colombiano

En paralelo marchan las vidas de Dayro Moreno, su máximo referente contemporáneo y del Once Caldas, mientras se desinflan los sueños de triunfo.
 
La insatisfacción por rendimiento y resultados, es creciente por parte de los aficionados.
 
Esté o no, el goleador hace ruido, hay goles o hay vacíos, porque inevitable es reconocerle el peso específico de sus actuaciones, en beneficio de los intereses blancos.

Cuando Dayro quiere, es salvador; de lo contrario es un obstáculo.
 
Su contrato, próximo a expirar, añade presión a la convivencia que amenaza con romperse. Pocos saben con certeza, si Dayro quiere marcharse o si el club, dados los últimos incidentes, quiere renovarlo. Parecen condenados a soportarse.
 
Su última insubordinación disciplinaria, tuvo una reacción consensuada en la directiva y en la dirección técnica, al considerar sus excesos desbocados.
 
¡Basta ya! Le dijeron, tratando de enmendar las licencias y perdones que le dieron, sin importar las implicaciones.Por eso, en los últimos partidos no ha figurado en la línea titular.
 
Su comportamiento ha afectado la tranquilidad en el grupo y la estabilidad del entrenador. Su relevo, Zapata, aunque con goles esporádicos, no es la sombra de lo que Dayro representa, es voluntad sin eficacia, entusiasmo sin puntería.
 
Tardó mucho el Once en ponerle límites al goleador. Durante años ha sido una rueda suelta, indultado por los goles que maquillan su comportamiento. En esto la directiva fue flexible.
 
En el jolgorio de sus registros anotadores el interés por el club pasó a segundo plano. Dayro el personaje y no el Once.
 
En los momentos cumbres de la campaña, en los juegos vitales de copa, su aporte resultó tan trascendente como negativo.
 
Memorable fue aquel gol en Quito ante Independiente del Valle, opacado luego por sus desbordes en las celebraciones, en el retorno.
 
Radicó allí la razón fundamental para la derrota y eliminación, que tantos negaron y hoy reconocen, por los gruesos errores cometidos dentro y fuera de la cancha. El Once, con tardía autocrítica, no supo competir con categoría, lo que responsabiliza no solo a Dayro sino a todos los jugadores y a los entrenadores.
 
 El Once, que hoy enfrenta a Nacional por la copa, se encuentra en emergencia. Las cifras no cuadran y lo que pudo ser la mejor campaña de los últimos tiempos, por el futbol exhibido y las victorias continuas, está en entredicho.
 
En el reciente partido ante Llaneros su futbol fue simplón, con ausencia de gol, a pesar de las repetidas oportunidades malogradas, con errores imperdonables.
Cuando se lamenta la ausencia del Niche Sánchez, de Alejo García como alternativa (¿Por qué se marcha libre?) y una mayor continuidad para Ibarguen.
 
Grave error sería hoy retirar al técnico Herrera. Lo ideal es esperar el desenlace en los dos torneos pendientes para evaluar profundamente su aporte. Hasta hace un mes era un héroe.
 
El caso Dayro merece un análisis especial que incluya sus repercusiones positivas en el juego y sus desmanes. Su continuidad debe ser condicionada.

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