
En una historia que, literalmente, le dio la vuelta a Colombia, desde la Costa Atlántica fueron enviadas hacia Cali y como parte del tráfico ilegal de fauna, especies de tortugas hicoteas y morrocoyes. Las mismas se vendieron a personas que, en muchos casos de forma desprevenida, las adoptaron como mascotas, con mínimas condiciones para su subsistencia, en hábitats alterados y exponiéndolas a serias consecuencias.
En las últimas horas estas tortugas silvestres regresaron a su entorno natural, en Cartagena, de donde nunca debieron salir. La liberación se realizó de manera conjunta entre el Departamento Administrativo de Gestión del Medio Ambiente (Dagma) y la Corporación Autónoma Regional del Canal del Dique (Cardique), reafirmando el compromiso por la protección de la biodiversidad.
El paso a paso
El equipo de veterinarios y biólogos del Dagma lideró un proceso de atención de cada una de estas tortugas (53 hicoteas y 34 morrocoyes), para preservarles la vida y ofrecerles la oportunidad de un regreso a la región de la cual fueron extraídas.
Las tortugas pasaron por procesos de valoración biológicos, zootécnicos y veterinarios. El objetivo: recuperar su salud para garantizar la supervivencia en el medio silvestre.
En ese marco, se les realizó toda la recuperación clínica, física y comportamental, con el fin de que volvieran a retomar muchas de sus habilidades y cumplir en el entorno silvestre sus funciones ecológicas y biológicas, de especial importancia para garantizar la estabilidad y la vida en este tipo de ecosistemas de bosque seco tropical.
Tras ser valoradas y recuperadas inició el proceso de traslado. “Logramos contactar a las autoridades de cada departamento de las zonas de origen de estas especies. En el caso de las tortugas morrocoy, conocidas popularmente como morrocoy de patas rojas, y las hicoteas, que son de la región del Caribe, contactamos a Cardique, que nos colaboró y recibió a estos animales”, detalló Delio Orjuela, médico veterinario y director del Hogar de Paso del Dagma.
Según el funcionario de la autoridad ambiental de Cali, la gente desconoce el cuidado de estas especies, incluso las enfermedades que transmiten a las personas.
Pero también valoró que ya no sea normal encontrar personas vendiéndolas en los semáforos, como pasaba unos años atrás. “Ahora el Dagma realiza campañas y visita los almacenes que comercializan animales, revisando que no estén vendiendo especies como las tortugas”, puntualizó Delio Orjuela.
Un dato adicional
Parte de este grupo de tortugas fue encontrado e incautado por el Establecimiento Público Ambiental (EPA) de Buenaventura que, a su vez, las entregó al Dagma para su atención